"La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre" (José Carlos Mariátegui, 1894-1930).

A propósito del texto del Amauta, publicado póstumamente en "El Artista y la Época", que pone énfasis en la obra de arte como producto comercial, pero también en la instrumentalización del arte y en el sometimiento del artista al poder, en las primeras décadas del siglo XX; a pesar del tiempo transcurrido, esto ha cambiado poco.

Hoy ya no está esa oligarquía a la que se enfrentaron los nacientes movimientos sociales y políticos hace un siglo (anarcosindicalismo, socialismo, aprismo). Una oligarquía afrancesada, o en general, eurocéntrica, con poses aristocráticas e incipiente mentalidad burguesa, en algunos casos moderna, y en otros casos, conservadora, con nostalgias coloniales hispánicas, que apreciaban la tradicional cultura europea, es cierto, pero despreciaban lo nativo y lo nuevo (por lo menos hasta que penetró la superficial cultura estadounidense con Leguía y se apoderó del gusto de los de arriba y de los de abajo), y luego se empezó a caer su andamiaje elitista (hasta que Velasco les dio la estocada final).

Hoy, quienes manejan el poder son organizaciones criminales que sirven o son servidos por una oligarquía ramplona y variopinta, a la que le interesa poco o nada el arte, en cualquiera de sus manifestaciones (ni tampoco otras expresiones cuturales, propias o ajenas), salvo cuando necesitan aparentar una condición social, obtener beneficios económicos, o lavar su dinero mal habido. Incluso buscando que el arte, el deporte o la cutura en general les tienda cortinas de humo, y para eso hay que buscar aquello que más ruido haga o más color tenga (como lo señala Mario Vargas Llosa en su ensayo "La Civilización del Espectáculo").

Por supuesto, en el arte siempre hubo resistencia y hay quienes no se han vendido por un plato de lentejas ni han prostituido su arte.

El asunto es: ¿Dónde están ahora, cuando los necesitamos? ¿Quiénes son? ¿Por qué no muestran la piel? ¿No creen que ya es hora de empezar a actuar?

O acaso tenemos que esperar un siglo más.